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jueves, 27 de mayo de 2010

Dead poets society (1989) Peter Weir

Wellton, la escuela privada para jóvenes emprendedores y futuros líderes de EE.UU., ha iniciado un nuevo semestre, reemplazando a su maestro de Ingles por el antiguo egresado John Keating, alguien con métodos de enseñanza atípicos dentro de la conservadora institución. Un grupo de Jóvenes seguirá a su osado profesor hacia el encuentro con la poesía y lo que ellos llaman “aprovechar el día”.

Un sincero y afectuoso homenaje a la poesía. Retrato idóneo de una época costumbrista, restrictiva y severa frente a los valores académicos imperantes por décadas en los escolares americanos, herederos de la lengua de Shakespeare y de la idiosincrasia puritana.

La fuerza principal detrás del filme recae en el maravilloso trabajo interpretativo de todo el reparto, en especial de Robert Sean Leonard, Ethan Hawke y Robin Williams, el famoso comediante, que en esta ocasión despliega una sutil encarnación de un maestro poco ortodoxo, que despertará mas tarde el hambre de sus estudiantes por conocer más allá de los tediosos libros y las insoportables jornadas académicas.

Loable pulso narrativo el de Peter Weir, el director australiano trasladado a Hollywood luego de ratificarse como uno de los directores mas prominentes en su país natal. La narración de Weir logra, junto al guión de Tom Schulman, una placentera plasmación de perfiles, emociones y situaciones en el reducido espacio educativo, contando además con el excelso apoyo técnico de gente como Wendy Stites en el diseño de producción, el fotógrafo John Seale, el compositor Maurice Jarre, y el diseñador de sonido Alan Splet, conocido colaborador de David Lynch.



Una obra sensible y persuasiva en su enfoque por la camaradería, las pasiones juveniles, y la búsqueda de la identidad, sublimadas en su fervoroso y apabullante epilogo.

Blue Velvet (1986) David Lynch

El joven universitario Jeffrey Beaumont regresa a su villa natal Lumberton, luego de que su padre sea hospitalizado. Durante su estancia, Jeffrey hallará en una pradera una oreja humana cercenada, objeto que lo obsesionará y los conducirá a el y a su amiga Sandy, a investigar, llegando a toparse con una misteriosa cantante de Cabaret llamada Dorothy Vallens.

Como es usual en la obra de David Lynch, una intrincada, oscura y desasosegante atmósfera obnubila la percepción del espectador, pasando del idílico día a día de una colorida villa típicamente americana, hacia una casi ininteligible estancia subyacente, desatada por el hallazgo de una oreja humana, cosa que no es más (en palabras del propio Lynch) que un pasaje a otro mundo, un submundo repleto de perversión, de violencia, y de incontables vejaciones.

En su cuarto largometraje, David Lynch se recupera de lo que significó un fracaso comercial (y para muchos artístico) la adaptación de la novela de Frank Herbert “Dune”.
Aquí se reencontraría con Frederick Elmes, antiguo director de fotografía de su opera prima "Eraserhead" e iniciaría su desde entonces extensa colaboración con el músico Neoyorkino Angelo Badalamenti.



Un punto que enaltece el film, son las interpretaciones de Kyle MacLachlan, Isabella Rosselini, Laura Dern, y en especial la de un pavoroso, desquiciado y macabro Dennis Hopper, quien imprime no solo horror y aversión hacia su personaje, sino también un malsano y acido sentido del humor.

Entre los memorables pasajes que adornan la obra resaltan el inefable ritual carnal entre Frank Booth y Dorothy Vallens, y la visita al club de Ben, en la que Dean Stockwell se roba el show, haciendo una perfecta mímica, apasionada e hilarante, de la canción “In dreams” de Roy Orbison.

Una pieza de culto del nuevo cine negro americano, en el que se explora un alucinante viaje catártico hacia los confines más desgarradores de la condición humana, escondida tras paredes derruidas, y apartada completamente de la sensación de alivio y tranquilidad del apacible pueb
lo que todos conocemos.

Touch of Evil (1958) Orson Welles

Ha estallado un artefacto explosivo implantado a un automóvil en plena frontera México-americana. El incidente iniciará la tensión entre las autoridades de ambos países, especialmente entre el capitán Hank Quinlan, y el agente de policía mexicano Ramón Vargas, quien junto a su novia, fue testigo del atentado.

Magnifico film-noir escrito, dirigido y protagonizado por el gran Orson Welles, completando la que seria su última obra en el continente americano, para luego trasladarse a Europa debido a su casi nula libertad creativa en el país del tío Sam. Welles seria despedido en la post-producción de la cinta y obligado a ver como el estudio montaba su propia versión. Este no tuvo más remedio que redactar un extenso memorandum, pidiéndole a los ejecutivos un nuevo corte, el cual tristemente le seria concedido después de su muerte, exactamente cuarenta años después del estreno de esta gran película.

Basada en la novela “Badge of Evil” de Whit Masterson, el film explora la línea moral, ética e incluso étnica demarcada entre dos agentes de la ley, interpretados de forma magistral tanto por el propio Welles como por Charlton Heston. El primero, un irascible capitán de policía estadounidense, xenófobo y de difuso sentido de la justicia; el otro, un honesto policía mexicano, aguerrido y suspicaz.

El barroquismo de su director y la fuerza visual de la fotografía expresionista de Russel Metty logran capturar la esencia atmosférica del cine negro, tan apesadumbrada como inquietante, ilustrada a la perfección tanto en el extenso plano secuencia que abre la cinta, como en la memorable escena de hostigamiento a la bella Janet Leigh en un cuarto de hotel.

A todas las virtudes del film se le suma la gran banda sonora de Henry Mancini, el gran reparto de estrellas, entre ellas unos geniales Akim Tamiroff, Joseph Calleia y Dennis Weaver; la “participación especial” de Zsa Zsa Gabor y Marlene Dietrich, además de los cameos tanto de Joseph Cotten como de la inquietante Mercedes McCambridge, quien dos décadas más tarde proveería la voz del demonio en “el exorcista”.

Uno de los trabajos mas sobresalientes de su autor, que seria catalogado por el director y guionista Paul Shrader como el "canto del cisne" de la edad de oro del cine negro.

miércoles, 20 de mayo de 2009

The Graduate (1967) Mike Nichols

por Pierluigi Puccini

Ben Braddock ha vuelto a casa luego de graduarse, pero aun con un futuro incierto. En una fiesta organizada en su honor, el joven terminará por sucumbir al acoso de la esposa del socio de su padre, la tentadora señora Robinson, quien tiene además una hermosa hija, a quien Ben conocerá eventualmente, iniciando así un viaje catártico, de tropiezos, inseguridad e insatisfacción por la vida de las dos mujeres.
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Una de esas cintas que ponen en el mapa la grandeza de un artista, en este caso la de dos, Dustin Hoffman y Mike Nichols, quienes construyen esta agridulce comedia, una obra emblemática de los 60s, que re definiría no solo el arte cinematográfico de la época, si no que también enseñaría el continuo avatar de la adolescencia, inmersa en aquella década de profundos cambios sociales.
http://www.smh.com.au/ffximage/2005/03/31/thegraduate_wideweb__430x300.jpg

Desde que inician las inmortales y cautivantes notas de “The sound of silence”, nos adentramos en el ofuscante día a día de Benjamín Braddock, un joven sin aspiraciones y envuelto en el acoso constante de los adultos, de sus padres, de los amigos de estos, y en especial de la Señora Robinson, una insatisfecha madre de familia en busca de algo más que una diversión pasajera.



Con la ya mencionada gran partitura del dúo Simon and Garfunkel, el sesentero y nostálgico diseño de producción de Richard Sylbert, la innovadora fotografía de Robert Surtees, el admirable trabajo de Nichols en la dirección de actores, y el renombrado, afligido y tímido personaje encarnado por el gran Dustin Hoffman; hacen de esta cinta un viaje iniciático por los hitos del séptimo arte. Un film jocoso, irreverente, y magnifico.

Rear Window (1954) Alfred Hitchcock

por Pierluigi Puccini

L.B Jeffries es un fotógrafo con una pierna fracturada, cuyo entretenimiento es el teatro de la vida, el día a día de sus vecinos, los observa y los estudia, descuidando así sus propias obligaciones. Una noche en vela, como cualquier otra, Jeffries muy posiblemente se ha hecho a sí mismo testigo de un crimen pasional en uno de dichos hogares.

Magnifica muestra de la cotidianeidad en un pequeño bloque de edificios de apartamentos, explotando hábilmente no solo la trama de intriga y asesinato, sino también la lucha entre los siempre inconformes intereses masculinos y femeninos dentro de la privacidad del hogar.

Tal vez una de las obras mas entretenidas y ligeras de un Hitchcock que despliega, como siempre, esa capacidad innata tanto de proveer a la audiencia de exquisito romanticismo como de cinismo antológico, de llevarlos a ser participes de las peripecias y la ambigüedad moral de sus personajes centrales, un formidable James Stewart, encarnando a un voyeur confinado a su silla de ruedas, cuyos antojos se concentran en el show que le proporcionan los vecinos de su conjunto residencial, y cuya vida amorosa se tambalea entre su incapacidad para formalizar su relación y la intensidad e insistencia de su bella y adinerada novia, la hermosa y cándida rubia Grace Kelly.



\'La ventana indiscreta\' cuenta con el usual gran apoyo de Robert Burkes en la fotografía, un divertido guión de John Michael Hayes, en su primera colaboración con Hitchcock, y la siempre embelesante maestría del director Británico por adentrarnos en una situación aparentemente común que detonará todo un sinfín de momentos repletos de tensión y desasosiego, una soberbia ejecución de planos subjetivos, de pausado tempo, engranaje necesario para una consecución final más que satisfactoria.

Otro ejemplo paradigmático de suspense que el gran Hitch regalaría a la posteridad.

lunes, 18 de mayo de 2009

David Cronenberg and the cinema of the extreme

Uno de mis cineastas favoritos discute la filosofia detras de su obra en este especial de la BBC. Invitados Alex Cox y George A. Romero.

Taxidriver (1976) Martin Scorsese

por Pierluigi Puccini

En cada calle, en cada ciudad, hay un don nadie que sueña con ser alguien. He aquí el oscuro principio detrás de una de las piedras angulares de la cinematografía mundial.



Posiblemente el testamento fílmico mas notorio que ha legado el italo americano Martin Scorsese, quien junto al guionista Paul Schrader y al actor Robert De Niro, dibuja de manera cruda y punzante el infierno particular de un huraño veterano de guerra, sin mas remedio que dedicar sus noches de insomnio a conducir un taxi por la gran manzana; y a emprender con el paso del tiempo una misión suicida en la que pretende acabar con la escoria que habita como dueña y señora de la jungla de asfalto.

El taxi como símbolo de la soledad y de la creciente perturbación mental de Travis Bickle, como una bomba de tiempo recorre las avenidas neoyorquinas siendo testigo directo del vertiginoso descenso de la sociedad hacia los abismos de la miseria y la depravación, un peligroso panorama en donde hallará a sus dos únicas razones para continuar su azarosa existencia, la bella colaboradora de campañas políticas Betsy (Cybille Shephard) y la prostituta infantil Iris (Jodie Foster) dos mujeres por las que el enigmático taxista iniciará su anhelada obra redentora que implica necesariamente el uso de la fuerza, acción por la que la misma sociedad que el condena lo convertirá paradójicamente en héroe.

Scorsese, un católico; y Schrader un calvinista, erigen esta sobrecogedora metáfora de tintes bíblicos (no en vano Scorsese ya había leído por ese tiempo una copia de ‘la ultima tentación de cristo’ de Nikos Kazantzakis y en su juventud estuvo a un paso de dedicarse al sacerdocio) la intención mística es evidente desde los títulos principales, en los que el vehiculo de Bickle aparece de entre el vapor de las alcantarillas como una bestia abriéndose paso por el averno, y si a eso se le suman las melancólicas y cuasi fantasmagóricas notas orquestales de Bernard Herrmann, y a un inusual desenlace, podría decirse que se trata más de una fantasía mortuoria que de la realidad misma.

Una obra maestra, arrolladora y sensacionalista, que retrata con sapiencia la paranoia y las ansias vehementes de un personaje movido por el pesimismo y la ira.