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sábado, 11 de septiembre de 2010

Tiempo de revancha (1981) Adolfo Aristarain

Aristarain da un golpe más feroz y contundente a la sociedad argentina, denunciando el abuso de poder de las grandes empresas y las peligrosas condiciones a las que someten a sus empleados, quienes deben regirse además por un código de silencio, el llegar a romperlo les implicaría una confrontación tipo David y Goliat de la que no saldrán muy bien parados.

Federico Luppi interpreta magistralmente a uno de dichos obreros: Pedro Bengoa, un veterano dinamitero que al conocer el alto riesgo de su oficio en una mina de cobre decide junto a un cómplice iniciar un accidente y fingir que ha perdido la capacidad de hablar, para así lograr que la avariciosa empresa contratante les pague una cuantiosa suma que les permita el escape a una mejor vida.

El golpe no resulta como estuvo planeado en un principio, pero le da la oportunidad al sagaz obrero no solo de pelear por una indemnización justa sino también de exponer las corruptelas que los empresarios han maquinado en las minas; decisión socialmente valedera y justa, pero que terminará por hacer de su vida una amarga pesadilla en la que no se sabe en que momento se destapara la argucia fraguada, y peor aún si se piensa en las represalias que tomaran los poderosos contra su propia vida o la de su familia.

El realizador argentino ahora ya ha adquirido suficiente bagaje (narrativa y presupuestalmente hablando) como para relatar de forma más redonda otra historia de búsqueda vital "por las malas" una odisea que angustiará al personaje central y que jamás dejará limpia su conciencia, no importa cuán metódico este sea, siempre será visto por sus antiguos mandamases como un diminuto e insignificante bicho al que aplastar al menor asomo de un cabo suelto.

Hay una memorable aparición de Julio De Grazia (protagonista de la opera prima de Aristarain) como el artero abogado que instruye a Bengoa en su peculiar ardid.

viernes, 10 de septiembre de 2010

La parte del león (1978) Adolfo Aristarain

La opera prima de Adolfo Aristarain es un gran aporte del país austral al cine negro. (no en vano la dedicatoria al final o el cuadro de Humphrey Bogart que cuelga en una pared) Pero adaptada al contexto latinoamericano. Personajes sumidos en la oscuridad extrema, en el violento y represivo régimen militar. Aquellos años en que la tortura, el homicidio y la desaparición forzada eran el modo más efectivo de arreglar cualquier asunto.


En medio de aquel anquilosamiento social y político, cruza las calles el solitario personaje encarnado por Julio De Grazia, un perdedor de mediana edad que a la menor oportunidad de lucrarse y labrarse un futuro sin más penumbras, decide acudir a la única gente en quien confía. Pero sin la ayuda esperada y al surgimiento de cuitas de mayor cuidado que las de antes, no tendrá otro remedio que ver como el pequeño soplo de vida que llevaba, aunque miserable y monótono, era más seguro y mejor de lo que ahora le espera.

Cine latinoamericano de calidad. Y mejor aún, hecho con agallas.

sábado, 21 de agosto de 2010

Blade Runner (1982) Ridley Scott

La ciudad de Los Angeles fue alguna vez un soleado paraíso, pero en esta pesimista visión del futuro, es un agujero infernal de luces de neón, fabricas de altísima polución y torrenciales lluvias, en donde los humanos luchan una guerra secreta contra la creciente amenaza de androides conocidos como 'replicantes'.

Cinta basada en la novela distópica de Philip K. Dick "sueñan los androides con ovejas eléctricas" y bajo la dirección del esteta británico Ridley Scott, quien a pesar de su a veces innecesario aletargamiento y bordear peligrosamente el simbolismo inane y la vacuidad estética; logra algunos momentos de gran belleza y lirismo, gracias a la fotografía de Jordan Cronenweth, captando a la perfección la atmósfera melancólica y desasosegante del cine negro, trasladado a varios decenios en el futuro. Meritorio también es el trabajo de Vangelis en la banda sonora, y el diseño artístico cyber punk de Syd Mead.

El hecho de haber sido un enorme fracaso comercial produjo varias alteraciones en el filme original, siendo "el corte del director" la mejor opción si se quiere conocer esta obra de la manera en que su realizador la visionó en un principio.

The Machinist (2004) Brad Anderson

Quien no es ajeno al cine de Roman Polanski y particularmente a su trilogía de apartamentos compuesta por obras maestras del terror psicológico como repulsión, el inquilino y el bebé de Rosemary; se sentirá nadando en aguas conocidas, que en el caso presente muy apesar de estar contaminadas por clichés del genero, giros y pistas falsas, doppelgängers y agujeros argumentales; la fantasmagórica puesta en escena y buen pulso de Brad Anderson, junto a la cadavérica e intensa presencia de Christian Bale se unen para olvidar esas falencias y adentrarnos con todo en el cuento de culpa existencial de un obrero de fabrica paranoico esquizoide.

Otros puntos a favor son la presencia de la Británica Anna Massey, veterana del genero, y la música "Hermanniana" de Roque Baños. Pero es Bale quien se lleva mis más sinceros aplausos por someterse de lleno, física y psíquicamente, a su inquietante encarnación.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Brazil (1985) Terry Gilliam

¿Cuando despiertas de tu más maravillosa fantasía, solo logras regresar a tu pesadilla diaria?

El tímido Sam Lowry (Jonathan Pryce) es un empleado de los servicios centrales, una rama del gobierno especializada en inmiscuirse en la vida de los ciudadanos hasta el punto de controlar todo lo que estos realicen. Al mismo tiempo, Sam conocerá a Archibal Tuttle (Robert De Niro) líder de la revolución en contra del gobierno fascista que domina a su gente.

La obra maestra del esteta y ex "monty python" Terry
Gilliam, el único miembro americano del genial grupo de comediantes Británicos de socarrona y acida mirada a la sociedad, las altas esferas y los sacrosantos valores que imperaban en su país.

Esta distopía tragicómica bebe de fuentes tan eclécticas como el "1984" de George Orwell y el delirante "8 1/2" de Federico Fellini. Estas dos influencias son tan marcadas que Gilliam titularía provisionalmente su obra como "1984 y medio"

La carismática interpretación de Jonathan Pryce, la lirica y rimbombante imaginería visual de su hacedor y la etérea banda sonora de Michael Kamen hacen de Brazil una cita obligada a cualquiera que, al igual que Sam, goce de fértil imaginación y los deseos de no sucumbir ante el despotismo de la gran maquinaria estatal.

Un devastador y extrañamente edificante epilogo cierra esta cautivadora sátira. Erigida por algunos, entre los que me cuento, como la gran película de culto de los 80.

The postman always rings twice (1981) Bob Rafelson

En tiempos de la gran depresión americana, un autostopista llamado Frank Chambers (Jack Nicholson) va a parar por cuestiones del destino a una cafetería administrada por un hombre griego (Jhon Colicos) y su joven esposa (Jessica Lange) en el hogar de la pareja se le ofrecerá estadía y un empleado como mecánico automotriz. Solo tras ver a la esposa del hombre, el desempleado, vividor y libidinoso, acepta la oferta.

Basado en la novela homónima de James M. Cain, con guion de David Mamet (su primer encargo) y dirección del amigo de Nicholson, Bob Rafelson.

Un ejercicio que trae de vuelta el cine negro, esta vez mas fiel al morbo de la novela original,
explota de manera explicita con óptimos resultados los encuentros eróticos de la pareja protagonista, imágenes sexuales de las que carece la versión cinematográfica de 1946, debido a los estrictos estándares de censura de la época.

La idónea puesta en escena sirve para retratar la cruda atmósfera de los años 30, en donde se ubica esta inolvidable historia de un amor imposible y de consecuencias fatales, típicas de su corriente cinematográfica, bajo el eterno manto del pesimismo extremo, el fracaso, el romanticismo y la muerte.

jueves, 27 de mayo de 2010

Casino Royale (2006) Martin Campbell

No sé por qué razón cada vez que salgo del cine, de donde minutos atrás acabo de ver una cinta del agente 007, me invade una sonrisa de oreja a oreja. Tal vez se debe a que muy en el fondo sigo siendo aquel niño, de sueños imposibles, embriagado por ese fantástico mundo de excitantes aventuras, países lejanos y exóticos, hermosos ejemplares del genero femenino, artefactos inusuales, costosos vehículos y bebidas, y la presencia de un personaje que es y será por siempre el único héroe del celuloide y la literatura que he admirado tanto como para creer que de alguna forma estoy destinado a convertirme en el.

Vale la pena remembrar el explosivo debut de Daniel Craig en el codiciado papel estelar, un inglés que rivaliza de modo patente y claro con el gran Sir Sean Connery, tirando por la borda toda la duda e incertidumbre que se reflejó al momento de su selección oficial (incluso las de un servidor) vacilaciones respecto a su calidad como actor, a su carisma, e incluso al atractivo físico requerido para el papel.

La lucha por llevar al cine el texto donde nacería James Bond tomó varios decenios. Ian Fleming escribió la novela en 1954, en ese año la televisión norteamericana le había comprado los derechos, de esa forma lograron ‘comprimirla’ y adaptarla a la pantalla chica como un episodio más de la serie ‘climax’ de la CBS, donde el americano (inaudito) Barry Nelson encarnó al 007. Luego, en los 60, Bond haría un salto a la gran pantalla, consiguiendo rotundo éxito y popularidad. La ‘Bondmania’ fue bien vista por el megalómano productor Charles K. Feldman, único poseedor de los derechos de la novela, quien trató de adaptarla usando, desde luego, al Bond original Sean Connery, pero sería rechazado por este. Feldman ideó entonces, como respuesta a la serie original, una estrafalaria parodia usando a iconos como David Niven, Peter Sellers y Orson Welles en ‘Casino Royale’ de 1967, pero sin conseguir éxito comercial ni artístico.

Con el tiempo, la compañía productora y distribuidora de la serie ‘oficial’ del 007 adquirió por fin los derechos de la obra literaria.
Antes de la preproducción de la cinta, el afamado realizador Quentin Tarantino expresó interés en escribir y dirigir la nueva y adaptación del clásico al celuloide, enfoque que al final no convencería del todo a los productores, por lo que contrataron en la dirección a un veterano de la serie, el neozelandés Martin Campbell (Goldeneye) y en la escritura del guión a Neal Purvis y Robert Wade, escribas de tres aventuras previas del 007. Estos a su vez contaron con la valiosa ayuda del oscarizado guionista canadiense Paul Haggis, quien dotó de memorables líneas el ya de por si abultado historial de diálogos clásicos que contiene la mítica franquicia creada por Albert R. Broccoli y Harry Saltzman.

Esta probó ser una cinta Bond alejada de los cánones previos, brillante y fiel al espíritu macilento y nihilista de la novela. Una traslación definitiva a la modernidad, del bautismo y conversión de uno de los personajes más populares de la historia del séptimo arte.



Daniel Craig es sin duda lo mejor del film, un actor capaz de darle un aire fresco, verosímil, enérgico y emocionalmente complejo a una saga que con mucho éxito ha sabido reinventarse al paso del tiempo, razones suficientes para convertirlo en una nueva estrella del celuloide y en uno de los mejores interpretes del sombrío y seductor espía occidental.

Grandes también, en sus respectivos roles, están Jeffrey Wright, Giancarlo Giannini, y el danés Mads Mikkelsen, así como las siempre duales chicas Bond, en esta ocasión la exuberante italiana Caterina Murino, y la gélida belleza de Eva Green, quien logra un enternecedor papel como Vesper Lynd, la doncella que se transformaría en el inevitable primer amor de James Bond.

Un nuevo clásico del mejor cine de aventuras.