Quien no es ajeno al cine de Roman Polanski y particularmente a su trilogía de apartamentos compuesta por obras maestras del terror psicológico como repulsión, el inquilino y el bebé de Rosemary; se sentirá nadando en aguas conocidas, que en el caso presente muy apesar de estar contaminadas por clichés del genero, giros y pistas falsas, doppelgängers y agujeros argumentales; la fantasmagórica puesta en escena y buen pulso de Brad Anderson, junto a la cadavérica e intensa presencia de Christian Bale se unen para olvidar esas falencias y adentrarnos con todo en el cuento de culpa existencial de un obrero de fabrica paranoico esquizoide.
Otros puntos a favor son la presencia de la Británica Anna Massey, veterana del genero, y la música "Hermanniana" de Roque Baños. Pero es Bale quien se lleva mis más sinceros aplausos por someterse de lleno, física y psíquicamente, a su inquietante encarnación.
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